Somos "uno" con el entorno.


Podemos armonizar energéticamente nuestro entorno,  a través de formas y colores, pero sólo podemos hablar de buen Feng Shui, si éstos cambios físicos van acompañados de un cambio personal, que nos permita identificar nuestras fortalezas y debilidades y nos  ayuden a conseguir un máximo de equilibrio emocional, como si de una terapia se tratáse.

De la misma forma que un artista utiliza un lienzo en blanco para expresar sus ideas y sentimientos, nosotros nos expresamos a través de la decoración, la distribución, el orden, los colores y las imágenes que utilizamos para dar vida a nuestros ambientes.

De forma natural somos “seres empáticos”, con  las personas y con el entorno, por eso hay una estrecha la relación  "causa-efecto",  entre aplicar  técnicas de Feng Shui en los  espacios y hacer Feng Shui Personal en nuestras vidas. Vibramos físicamente, (muebles, colores, imágenes, etc.) en  la misma frecuencia que vibran nuestras emociones y viceversa.  




"El Feng Shui de nuestro espacio, es fiel reflejo de nuestro Feng Shui Personal. Ambos, fundidos en un abrazo, buscan su equilibrio vital." 
(MelF.)