Una de las ideas más arraigadas en la cultura china, es que las personas nacemos con tres suertes que nos acompañarán durante toda la vida:
La Suerte del Cielo: son los dones celestiales, que nos ayudarán en el camino de vida.
La Suerte del Hombre: es la forma como recorremos el camino en función de nuestra propia voluntad y decisiones (Feng Shui personal).
Y la Suerte de la tierra, que es donde interviene el Feng Shui del espacio físico y el adecuado equilibrio de los elementos.
Viéndolo de éste modo, es más fácil comprender la relación tan estrecha que existe entre nuestro "Yo" y el "entorno".
Y, cuando esta relación se hace conciente, es cuando podemos hablar de verdadera prosperidad. Entendiendo que ser próspero no es sólo tener riqueza material. Ser próspero es, tener a nuestro alcance todo cuanto necesitamos y en el momento oportuno. Partiendo desde un consejo o un abrazo, hasta llegar a los recursos materiales, como la casa, el empleo, los insumos, etc.
Nosotros mismos, somos una fuente ilimitada de provisión. Recuerda que los pensamientos son físicos y se materializan cada día en las cosas que atraemos. Nos gusten, o no!